Al tratarse de un parámetro muy importante para garantizar la correcta oxigenación tisular, la presión sanguínea está controlada por varios mecanismos dependientes del sistema nervioso vegetativo, que actúa tanto sobre el gasto cardíaco aumentando o disminuyendo la frecuencia cardíaca y la fuerza de contracción, como sobre las resistencias periféricas al contraer o dilatar las arteriolas; de regulación hormonal, como la ADH o la aldosterona; y de regulación renal, ya que en el riñón existen detectores para la concentración plasmática de sodio que, si disminuye, pone en marcha el sistema renina-aldosterona.